Estudio de idiomas en exterior, ¡¡¡hay que dar el primer paso!!!!

Estudio de idiomas en exterior

Este podría ser un artículo más que relate mi experiencia de estudio en el exterior, acompañado de todos los detalles y pormenores del viaje, sin embargo, en este momento no quiero entrar en ese juego inevitable de suministro de información, por la simple la razón que considero primero reflexionar sobre aquellas decisiones en donde se pone a prueba, hasta donde estamos dispuesto para hacer de nuestra vida un nicho de felicidad.

Regularmente pensamos que hay una edad para todo, esto es para bailar, montar bicicleta, aprender a conducir carro, dar un beso, salir con los amigos, estudiar un oficio o profesión, casarse, tener hijos, emplearse y subsistir con lo poco o mucho que hayamos logrado en lo que nos queda de vida; sin embargo, ese pensamiento (aunque respetable) no nos permite considerar opciones en momentos diferentes, como por ejemplo aprender a montar bicicleta a los 60 años, o porque no aprender un nuevo idioma a los 40 años o más, todo, porque quizás estimamos que el tiempo ha trascurrido lo suficientes como para dar ese paso, y aunque se quiera, se pone mucho en juego, con riesgo de perderlo todo…

¿Qué tan equivocados estamos? Esta pregunta cada quien debería contestársela, pero en lo que a mí respecta, creo que mucho… Estimo que, aunque inevitablemente el paso del tiempo atenúa nuestras fuerzas y por momentos cualquier decisión alberga un temor por lo incierto que al final y en muchos casos termina superándonos, creo que en tanto nuestro espíritu se preserve jovial y dispuesto para asumir retos, no deberíamos establecer límites a nuestros propósitos y anhelos.

Todo lo digo por experiencia propia… Soy una persona cercana a los 40 años que un día, junto con mi esposa, decidimos hacer un compás en nuestras actividades diarias que veníamos cumpliendo hace más de 15 años, para darnos la oportunidad de vivir en el exterior una experiencia de aprendizaje de un nuevo idioma.

Esta decisión no fue nada fácil, pues además de renunciar a nuestros trabajos, también se involucró algunos sacrificios económicos necesarios para garantizar nuestra manutención, sacrificios que sin embargo no logran empañar la felicidad plena que experimento cada mañana cuando voy camino a la Escuela, feliz por el progreso que he tenido en el proceso de aprendizaje del idioma, feliz por los nuevos amigos y culturas que he descubierto, pero más feliz aún por ser el gestor de las decisiones en mi vida, independientemente que algunos puedan creer que ya no tenía edad para esto.

No existe una fórmula para identificar el momento perfecto, simplemente porque el momento perfecto es el hoy… Somos más que carne y huesos.

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TravelLovers, es la respuesta.

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